martes, 27 de noviembre de 2012

Entrevista por José Antonio Barrionuevo, de Un periodista en el bolsillo:



Publicado el 14 de Noviembre del 2012 en Un periodista en el bolsillo 

    
   
     El trabajo de Nicolás Castell lo seguimos desde hace tiempo. Es lo que tienen hoy día las redes sociales, los blogs… Pero no es lo mismo cuando puedes tocar esos dibujos, o tener entre tus manos uno de esos cuadernos que un ilustrador o un dibujante llenan de arte en tan poco tiempo. Es lo que pude disfrutar nada más llegar a la habitación en la que Nicolás desarrolla su trabajo.

     Enseguida tuve sobre la mesa su cómic periodístico sobre el mandato de Gadafi en Libia, una historia que parte de la muerte de este personaje y vuelve los ojos atrás para repasar lo que habían sido los años con él en el poder. Y es que la temática que más le gusta a Nicolás es la actualidad, pero también la historia.

     Otros trabajos que tengo entre las manos antes de comenzar la entrevista (bueno, podríamos decir que ya había comenzado) tienen que ver con la Segunda Guerra Mundial. Entonces me enseña un pequeño cuaderno con escenas de este conflicto, mientras se dirige a la estantería que tiene tras él y saca un gran libro, en todos los sentidos, de fotografías de Robert Capa. Buscamos entre las páginas del cuaderno la versión que ha dibujado sobre una de esas instantáneas.

     Pero sobre la mesa hay otras cosas, como su primer trabajo, un cómic sobre un personaje que se cuela en la mente de El Bosco, sin texto. También un cuaderno en el que está trabajando un proyecto sobre la batalla de Waterloo, pero también hay otro cuaderno con acuarelas de escenas de Granada.

     “Mi madre ha sido un punto de referencia -nos confiesa Nicolás. Su madre es la ilustradora Adribel-. Pienso que me ha motivado bastante a meterme en el dibujo y tal, pero yo siempre lo he tenido claro. Siempre me ha gustado contar historias, y descubrí antes que tenía más facilidad para el dibujo que para otras cosas. Aunque en la Facultad conseguí escribir un libro de 170 páginas sobre el cómic de guerra, la tesina para el máster (nos lo enseña)”. Sobre la mesa sigue ese cuaderno de Nicolás Castell sobre la Segunda Guerra Mundial.

     “Pienso que, objetivamente, el dibujo se me da mejor que escribir. Sobre todo me gusta contar historias. En Bellas Artes uno estudia todas las ramas, la fotografía, la pintura, la escultura, tienes que encontrar más o menos tu lugar. Mis dibujos en Bellas Artes, mis pinturas, eran más narrativas que pictóricas. Un buen cuadro es aquel que en vez de contar una cosa, transmite lo que tenga que transmitir con las mismas propiedades del cuadro, el color y la forma”.

     “Ante todo esto, como a mí siempre me ha interesado el cómic y contar cosas con los dibujos, me sentía muchos más cómodo en los medios más narrativos, como el cómic, la secuencia, el cómic mudo”. Hablamos entonces de ese primer trabajo en la Facultad, en el que un personaje se mete en la mente de El Bosco. Le volvemos a echar un vistazo. Yo había visto este trabajo antes, la primera vez que tuve la oportunidad de entrevistar a su madre.

     “Y bueno, es lo que más me gusta y de lo que espero, algún día, poder vivir de forma digna. El primer cómic lo hice cuando tenía 12 años, inventaba mis historias. El cómic ahora mismo está en su mejor momento, al menos como medio cultural. Por fin se concibe como un objeto de cultura. Se exponen obras de muchos autores en museos importantes. O en los periódicos y revistas aparecen críticas de cómics. Empezó a cambiar el concepto del cómic cuando surge una obra, ‘Maus’, de Art Spiegelman”.

     “Esta novela gráfica ganó el premio Pulitzer, fue una conmoción. ¿Cómo un cómic, ganaba un premio como éste? Ahí empezó a equilibrarse todo un poco más. El cómic es otro medio narrativo, como el cine, la ilustración o la novela. No tiene por qué ser más infantil que otro”.

     “Mis dibujos son narrativos. Si quiero hacer algo como lo que hice de Gadafi, al tratarse de un cómic documental, quiero que sea lo más realista posible, lo más objetivo. Luego si estoy haciendo algo como lo que quiero hacer sobre la Segunda Guerra Mundial, con guión mio, ese realismo se suaviza. Pero, es muy difícil definir el estilo de uno. Pienso que sobre todo es lineal, reivindico mucho el uso de la plumilla y la tinta, porque para mí tiene mucho encanto. Dentro de eso, lo adapto al proyecto que quiero contar”.

     ¿Y el color? “Digital y con colores planos. Degradados y transparencias, lo menos posible. Porque quiero que la historia sea legible. Prefiero que sea legible antes que espectacular. Si yo entiendo lo mío como algo narrativo, no hay que distraer”.

     “A nivel personal, últimamente sobre todo, me gustan los temas de actualidad. También me planteo en el futuro hacer cosas más autobiográficas, que tienen un trasfondo interesante, como estudiando la psicología de los personajes. Pero ahora me interesa más lo que está pasando”.

     ¿Cuál sería tu proyecto futuro ideal? Le preguntamos. “Hay varios. Sería una novela gráfica, eso lo tengo claro. Autobiográfica, hablando por ejemplo de lo que pasó durante un año, reflexionando sobre las relaciones entre las personas, la incomunicación. Ese tema siempre me ha interesado. Más a corto plazo, una historia sobre algún tema de actualidad, bien contado, bien trabajado. Quizás un cómic periodístico. Creo que tiene mucho potencial y todavía no se ha explotado lo suficiente”.

     Cuando le preguntamos a Nicolás por los autores a los que sigue, o en los que se fija, enseguida surge el nombre de Hugo Pratt. Se gira hacia le estantería que tiene detrás y vuelve con un ejemplar de Corto Maltés. “Siempre me ha gustado mucho, tanto por la narrativa, como por el dibujo tan expresivo. Otro autor que me gusta mucho por la elegancia, aunque los temas que trata no tanto, Suehiro Maruo (igualmente se gira y coge de la estantería un ejemplar de La sonrisa del Vampiro). Chris Ware, -entonces Nicolás se vuelve hacia el ordenador y abre varias imágenes del trabajo de este historietista- utiliza pocos colores, igual sólo tres, pero son los tres que hay que utilizar. Otro color no tendría sentido, eso a mí me resulta admirable. El menos es más, pero que el menos sea el preciso. Este me gusta mucho a nivel de autor, guión y cómic. También está Joe Sacco, que trabaja con cómic periodístico, pero de éste me gusta menos el dibujo, aunque los cómics que hace son muy fuertes, a nivel de guión es fantástico”.

     “A nivel gráfico, aunque no me gusta mencionarlo mucho, porque es más famoso por sus dibujos eróticos, está Milo Manara. Este es un libro que se llama El Gaucho, -me lo muestra en el ordenador- tiene una línea que se acerca mucho a lo que a mí me gusta, el cómic histórico. Como dibujante lineal y de control de la plumilla, me gusta mucho Milo Manara. El problema es que cuando lo mencionas te tachan de vulgar porque es más famoso por sus dibujos eróticos que por otra cosa. Pero este autor es muy bueno. Es un gran dibujante”.

     “Otro referente que se me ocurre, Jacques Tardi. Es un autor francés que me parece brillante. El grito del pueblo es una obra que se acerca mucho a mi obra ideal. Habla de la comuna de París de 1871. Te lo narra todo de forma muy minuciosa, en una novela gráfica y con su dibujo tan expresivo… Están los autores que me gustan el dibujo nada más, o el guión nada más. Y los que me gustan como autores completos”.

     ¿Y el futuro? “Es muy complicado. Hay poca oferta, pero luego las condiciones son un desastre. Supongo que hay que tener suerte, trabajar todo lo posible, y ser inteligente y saber sacar partido de los nuevos medios y nuevas oportunidades como los medios digitales. Tengo una prueba para cómic digital, que sería una mezcla con animación. Tú lees el cómic en digital y, si pinchas en alguna escena, puedes ver una pequeña animación”.

Por José Antonio Barrionuevo.

martes, 13 de noviembre de 2012

La ciudad de los ratones:

Ilustración para la colaboración en un cuento con diversos dibujantes.
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The city of mice: Illustration for the collaboration in a tale with  diverse cartoonists.

El proceso:
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The process: